Tus manos
sudan mi nombre
Habito en tu
memoria donde no hay luna ni sol
Estoy en ti
sin quererlo desde que aquella noche
donde mis
besos perfilaron tu espalda y me cubriste con tu sombra
un
cigarrillo encendido contempló dignamente nuestro encuentro
Fuiste Dios
y yo sacrificio
Me
consumiste con tus ganas
desde
entonces soy tuyo
me conduces
por las noches a tu habitación
me aproximas
a ti
y con el
rabillo del ojo empieza el ritual donde me gobiernas;
ni los
trolos del cielo habían conocido una forma
exacta, perfecta
y delirante de agradar a Dios
nubes curiosas
se acercan deseándose posar sobre
nuestro paraíso
hemos robado
la aurora
Dios no
quiere oír canciones,
se deleita
viendo como me balanceo en tu cuerpo como ofrenda mecida;
Sin embargo me
siento condenado
atado de tus
besos
a tus
gemidos
a tu agitada
y embravecida respiración
noches continuas
repasando las líneas de tu cuerpo
desparramado
como incienso perfumado
muriendo y
naciendo en el fuego abrazador de tu pecho
quebrando
los marcos, la silueta,
me destruyes
y edificas,
soy como
barro en tus manos
me tomas,
me
gobiernas,
y a la
mañana me retiro sin miedo
porque sé
que al anochecer
tu ritual conseguirás
emprender.
Ian David Briceño Aguilar.-
Managua, Nicaragua.
Ian David Briceño Aguilar.-
Managua, Nicaragua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario