29 dic 2014

Y si un día me voy.

No sé cómo decírtelo,
Pero puede que un día de estos,
Quizás no hoy, ni mañana
No esta noche
Tan sólo un día de estos
Puede que sí, puede que no.
Te  levantes  indefenso
Hinchado de nostalgia
Y ya no existan más  palabras
Solo mi ausencia bordeando tus mejías
Y un leve recuerdo
De lo que un día fui para ti.

@Ian Briceno  Aguilar.

Managua 6:42pm 29/12/14

26 nov 2014

Ayotzinapa

Gotas de sangre funestas marchan,
piden justicia tratando de trazar la rabia que los consume.
Cuarenta y tres diademas se perdieron sin justificación,
y otras seis fueron silenciadas,
al parecer se fueron al saco de injusticia
mismo que el parlamento utiliza para atarugar sus oídos. 
El Coronel no tiene quien le escriba, ¿y Ayotzinapa?;
Ayotzinapa no tiene quien limpie sus heridas,
le han recetado analgésicos nada más;
mientras se desangra en la ironía
de quienes sortean su ropa con guantes en las manos
madres que piden a gritos justicia
la indiferencia ensordece, ciega
y hace más infelices aquellos que sin duda alguna se sienta en las calles,
y se preguntan  !Si hay dolor más grande qué su dolor!
No pueden ver que es un mismo dolor
un mismo clamor,
un mismo llanto,
una misma lucha.
Un dolor que llueve a rabia.
Duele tanto que a veces ya no sé qué sería mejor,
vaciar las cuentas de mis ojos
o escribir un poema de protesta para sordos.

22 nov 2014

¿Qué o quién es tu gallo?


Hace unos meses, leí "El Coronel no tiene quien le escriba" de Gabriel García Márquez, bajo los efectos febriles de conocer la estructura de composición, así como los recursos estilísticos utilizados por este gran Escritor, quien sin duda alguna es digno representante de la narrativa del Siglo XX y XXI.
Garcia Márquez declaró en una entrevista televisiva  que es difícil que no haya una línea en todos sus libros que no tuviera su origen en su infancia.  “Todo mi obra tiene su cantera en mi infancia” afirma con  vehemencia, por lo que muchas de sus obras tienen un vínculo indivisible con su amada Patria.
El protagonista de esta obra es un anciano Coronel, un tanto chiflado y aparentemente terco, que  espera la llegada de su pensión siempre demorada desde hace muchos  años. La angustia ante la espera, la miseria a la que se ve sometida, un cierto misterio, gallardía y simpatía, se fusionan para hacer de esta obra, una conmovedora imagen de los sentimientos personales. Resaltando como grandes aspectos positivos: la perseverancia y  esperanza inmutable  que posee este hombre en medio de circunstancias adversas. Sin embargo, no quisiera reforzar ideas ni líneas de pensamientos motivacionales referente a ello. Si bien sabemos lo mucho que calienta el alma un abrazo y unas palabras que nos ayuden a continuar en el coliseo de la vida; pero no es mi blanco en esta ocasión.

Estoy plenamente convencido de la lucha diaria que enfrentamos, los aprietos e inconvenientes que se presentan a la orden del día; insolentes, equipados de una fuerza capaz de mudarnos el rostro y exiliarnos en un mundo  donde se pone prueba nuestra esperanza y nuestro coraje. Los nicaragüenses somos luchadores, y eso me encanta. Eso no está en tela de duda, al igual que el Coronel esperamos  pacientemente nuestro viernes,  ese día que las circunstancias mejoren a nuestro favor  y al fin podamos recibir el fruto de nuestro esfuerzo y la cosecha de nuestra espera.  Y no está mal, así  es la vida, es así como tenemos que vivirla, debemos aceptarla con todos sus retos, dificultades; reír cuando tenemos que reír y llorar cuando tenemos que llorar, pero nunca dejar de luchar.

Ahora bien,  el coronel, poseía un gallo, el cual era lo único que quedaba de su hijo fallecido, y lo cuidaba sumamente de tal manera que estaba  dispuesto a quedarse sin comer, con tal de alimentarlo para que estuviera listo para la pelea que se habría meses después, y obtener  así algún ingreso. Unido a la miseria, al desdén y al olvido, aun  cuando en algunas ocasiones no había  alimento en casa, ni siquiera para una taza de café, no  congeniaba con su esposa con  la idea de vender el gallo. El escritor  Mario Vargas Llosa, le confiere a ese gallo, cierta metáfora política, debido a la situación política que sobresale a medias tintas en la narración de la obra, de cualquier modo, en algunas ocasiones nos parecemos al coronel, o mejor dicho a un viejo obstinado y terco quien está dispuesto a morirse de hambre, y ver como su esposa, quien padecía de asma, se hundía en la amargura ,la incertidumbre, y la pobreza , y como si fuera de menos , era estimada  menos que un gallo.

La pregunta es la siguiente: ¿Que o quien es tu gallo? A veces estas dispuesto/a  a privarte  de algunas cosas, quizás hasta te has descuidado de ti, les hablo aquellos que por x o y   (equis o ye) razones han convertido erróneamente a algo o alguien en una prioridad sin sentido, exigiéndose esfuerzos descomunales, atravesando innecesariamente momentos de torturas , descuidando cosas más importantes; no olvides el gallo es de pelea, no es de crianza meramente, eso o ese alguien por quien luchas tiene que pelear contigo, no tiene que ser una carga nada más, y de ser alguien , debe corresponder justamente a todos y cada uno de tus esfuerzos; debe de valorarlos.

Desgraciadamente para el coronel su gallo era más importante que su esposa, la que con todos sus esfuerzos se preocupaba por servir a la mesa en pan de cada día, y se tragaba  lágrimas  de dolor generadas por aquel viejo desconsiderado que amaba más a su gallo , que a la mujer que le había dado sus mejores años. Empecemos por ordenar nuestras prioridades, luchar por aquello lo que vale la pena, es decir por algo o alguien que haga méritos de tus esfuerzos.

Autor.-

Ian David Briceño Aguilar.

10 nov 2014

Cien años de Soledad

El día de ayer terminé de leer Cien años de Soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ganador en 1982 del Premio Nobel de Literatura y quien por cosas meramente de Salud, un día se levantó de mañana, tomó una bicicleta y se marchó al parque de los cielos dejándonos conmovidos, llenos de rabia y con una gran nostalgia colgada en los ojos, aquí en el lugar donde el solía llamar: Macondo.
Cien años de Soledad es considerada una obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal, es una de las obras más traducidas y leídas en español. Ni José Arcadio Buendía con su carácter idealista y aventurero, mucho menos el Coronel Aureliano Buendía, con su lucha patriótica por resolver los conflictos políticos y sociales que hundían a su país, pudieron cautivarme tanto y causar estragos en mi como lo hizo Úrsula Iguarán quien es prima y esposa de José Arcadio Buendía, y quien para mí posee todas las características y cualidades impregnadas en la mujer latinoamericana.
Úrsula es una mujer fuerte, y es la única que posee la fuerza y la cordura necesaria en una familia de locos, es menester su cordura para poder llevar a la reflexión a los miembros de la familia, quienes al parecer solo heredaron las paradójicas cualidades de José Arcadio Buendía, tirándose a la intemperie en la búsqueda de aventuras y en la realización de sus propios sueños, así como de hacerlo para alcanzarlos. Ella, sin embargo ocupa todo su empeño, cada célula íntima de su ser y su carácter vivaz para crear empresas y sacar adelante a su familia, que por gracia de Dios ninguno de sus miembros posee una cola de cerdo, al menos durante su existencia. Cuantas Úrsula encuentro por la calle al salir de mi casa, he visto algunas vender tortillas, confites, quesillos y hasta agua helada, todo porque en casa no falte el arroz y los frijoles que en nuestro tiempo ya no es comida de pobres, sino de ricos.
Muchas de ellas con las manos encallecidas, los pies negros de caminar y de llevar a tuto a una familia carente de una figura paterna, en la mayoría de los casos, si estoy equivocado corríjanme ustedes que han visto a sus madres despreocuparse por el rubor de sus mejías y tomar cualquier forma de trabajo rudo sin temor a desquebrajarse la columna y romperse las uñas.
Pero llegó el día que se oscureció el sol y la luz, la luna y las estrellas, y las nubes volvieron tras la lluvia; el día cuando temblaron los guardas de la casa y los fuertes se encorvaron, las que molían se convirtieron en ociosas porque son pocas, y se nublaron los que miran por las ventanas; a pesar de todo ello, nunca se dio por vencida ni fue motivo de queja para los miembros de su familia. 
Lamentablemente durante sus últimos años después de ser una mujer fuerte y vivaz se convirtió en el objeto con que se divertían Aureliano y Amaranta Úrsula, desgraciadamente así es la vejez en nuestro tiempos modernos, despreciada por algunos e intolerable para otros, nadie anhela la sabiduría del viejo, porque es semejante a la locura de aquel que fue atado al castaño del patio de la casa, ni nadie se es susceptible a los gritos de los olvidados, quien dieron todo para irse sin nada. Durante el diluvio, poco a poco sucumbe a la demencia senil y pierde completamente la vista; sin embargo, siempre mantiene su espíritu que la caracteriza, aún en sus momentos de vejez no se rindió antes las adversidades. Vivió aproximadamente 120 años de edad. Durante su entierro, un calor sofocante invade Macondo.

Úrsula, me hace recordar a una Señora que vivía cerca de mi casa, su nombre era Magda Velásquez , la madre de los Briceños, quien durante los años de los 80´s y 90´s tuvo que luchar la pobre contra la demencia de sus hijos, quienes, en ese entonces, se encontraban viciados de todo mal, perdidos, con sus almas ennegrecidas de manera que aunque se bañaran con lejía y lavaran sus rostros, la desgracia y el pecado los arrastraba verticalmente en un abismo sin esperanza de volver. Sin embargo, ella siguió creyendo en Dios que un día sus hijos cambiarían y serian hombres de bien, hoy como dice el dicho “Otro gallo canta” puesto que las cosas no son iguales que las de entonces.
También me hace recordar a Doña Juanita Ortega, quien siempre luchó hasta el último suspiro, y con cada átomo de su ser procurando el bien de los suyos. Era ella una humilde costurera, quien reía de una manera escandalosa, y a quien la diabetes no le perdonó la vida, pero tengo la plena seguridad que está mejor que cualquiera de nosotros, su vista nunca se apagó y su visión alcanzo a muchos. Aún recuerdo su rostro, sus abrazos y sus besos, que desde niños solía darme, sé que allá donde está, quizás no se sienta muy orgullosa de mí, pero su ejemplo sigue agitando mi corazón.
Cuantas Úrsulas hay en nuestro país, y han sido olvidadas, llevadas al anonimato donde nadie valora su trabajo y su labor. Vivimos en un país donde cada día va en aumento el femicidio y la mujer todavía sigue siendo tratada como costilla y no como lo que es : una mujer.

30 oct 2014

Torre de Babel


Quizás no hablábamos el mismo idioma,
pero el día que nos miramos a los ojos
morimos de amor.