26 nov 2014

Ayotzinapa

Gotas de sangre funestas marchan,
piden justicia tratando de trazar la rabia que los consume.
Cuarenta y tres diademas se perdieron sin justificación,
y otras seis fueron silenciadas,
al parecer se fueron al saco de injusticia
mismo que el parlamento utiliza para atarugar sus oídos. 
El Coronel no tiene quien le escriba, ¿y Ayotzinapa?;
Ayotzinapa no tiene quien limpie sus heridas,
le han recetado analgésicos nada más;
mientras se desangra en la ironía
de quienes sortean su ropa con guantes en las manos
madres que piden a gritos justicia
la indiferencia ensordece, ciega
y hace más infelices aquellos que sin duda alguna se sienta en las calles,
y se preguntan  !Si hay dolor más grande qué su dolor!
No pueden ver que es un mismo dolor
un mismo clamor,
un mismo llanto,
una misma lucha.
Un dolor que llueve a rabia.
Duele tanto que a veces ya no sé qué sería mejor,
vaciar las cuentas de mis ojos
o escribir un poema de protesta para sordos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario