Gotas de sangre funestas marchan,
piden justicia tratando de trazar la rabia que
los consume.
Cuarenta y tres diademas se perdieron sin
justificación,
y otras seis fueron silenciadas,
y otras seis fueron silenciadas,
al parecer se fueron al saco de injusticia
mismo que el parlamento utiliza para atarugar
sus oídos.
El Coronel no tiene quien le escriba, ¿y Ayotzinapa?;
El Coronel no tiene quien le escriba, ¿y Ayotzinapa?;
Ayotzinapa no tiene quien limpie sus heridas,
le han recetado analgésicos nada más;
mientras se desangra en la ironía
de quienes sortean su ropa con guantes en las
manos
madres que
piden a gritos justicia
la
indiferencia ensordece, ciega
y hace más
infelices aquellos que sin duda alguna se sienta en las calles,
y se
preguntan !Si hay dolor más grande qué
su dolor!
No pueden ver que es un mismo dolor
un mismo
clamor,
un mismo
llanto,
una misma
lucha.
Un dolor que llueve a rabia.
Un dolor que llueve a rabia.
Duele
tanto que a veces ya no sé qué sería mejor,
vaciar las
cuentas de mis ojos
o escribir
un poema de protesta para sordos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario