Y en mi cuarto solitario
donde me oculto de los demás
escribo mis canciones y poemas
a la niña que me hace suspirar .
Ella es la razón de mis desvelos
la dueña de mi pobre corazón
su perfume es mi aliciente
mi fuerza
mi motor.
Su cabello negro a cual mas no poder
sus labios rojos como carmesí
y exquisitos como miel
me trastornan y me llevan al éxtasis del placer
Sus ojos ventanas de luz
irradian chispas de esperanza
sus manos de algodón
acarician la primavera de sus días
y aunque venga el invierno
sigue siendo la misma
sigue siendo mía.
Mía y de nadie más.
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