Ahí estabas tú,
como vieja legislación
los
recuerdos inexistentes
se alejan
cobardemente
se apagan
como luces cansadas
por el
tiempo rocoso, malogrado y desértico de
la vida
colillas de cigarros,
alma del silencio nocturno
no hay
saludos, bienvenidas mucho menos adioses
no hay
lágrimas
sonrisas ni
aromas
lagunas o
memorias
que pueda
servir de evidencia del amor que un día te tuve
el mundo
carece de imágenes
tus labios
de los míos
casi podría jurar
que nunca existió
el tiempo no
se detiene
la brisa cae
lentamente
no hay
rastros ni sombras
luces ni
colores
si fue malo
o bueno, no lo sé
lo que un día
se vistió de amor
ahora nada
es.
Ian David Briceño
Nicaragüense.-
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