Los recuerdos acarician mi frente frenéticamente
como niños inquietos
que juegan a las escondidas,
mi alma añora tus besos taciturnos que solían
consolarme al salir el alba,
la cuidad duerme
mientras tú te paseas clandestinamente por los
extremos de mi mente,
mis manos no hacen otra cosas más que sudarte,
destilan el
perfume de tu cuerpo
que dejaste la última vez cuando juntos transcurrimos
el universo bajo la misma estrella,
un imperio de lágrimas desordenadas
agrietan la llanura de mi rostro
y todo cuanto está a su paso,
eran como hormigas
ofendidas al acecho en contra de
su agresor,
un imperio de lágrimas calcinadas por el dolor ,
lágrimas concebidas por tu ausencia ,
nací llorando
y al parecer moriré así también,
desdichado
como insolente sol que se oculta a la llegada del
ocaso,
un torrente de lágrimas que demudan mi rostro
y desvanecen mis esperanzas como un sueño de una
noche de verano.
La emperatriz de mis noches se ha marchado
sin haberme destetado de sus besos delirantes ,
de sus manos indefensas ,
de su honda mirada , irrepetible.
¡Vuélvete a mí!
Destruye este imperio de lágrimas inexorable
que carcome mis entrañas,
mutila mis ganas,
y me hace morir sin poder decírtelo.
Ian Briceño
Aguilar.-
Nicaragüense.
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