30 ago 2013

Soledad no querida ni buscada.


I
Ha sido la herencia de este amor transitorio,
desde que te has marchado
con tu insigne sonrisa
tras haber encontrado a otro idilio
que pinta de colores tus días.

Ha sido la cortés
y el golpe sagaz del destino,
la mancha que entorpece el brillo
del sol que me  recuerda
que existo y se eleva en mi cielo enmohecido.

Ha sido la fragua extraviada en mi vida.

II
La soledad es la agonía más común
que se cultiva en los surcos y las escombros del corazón
en donde alguna vez se alzó el obelisco del amor,
y quien deposita el germen incipiente de la desventura
es uno mismo.

Es la doncella de cabellos oscuros
que te arropa con sus abrazos fríos y deshumanizados,
la que poco a poco, a paso lento
te roba los suspiros,
doncella ingrata que a cualquiera hace sentir desventurado
la que con sus cuentos de niños la despoja  tranquilidad de tu rostro
quitando  las pocas ganas de seguir viviendo.

Al final de cuentas ¿Vivir, para qué?
Si su compañía apesta a azufre,
y aliento  a desesperanza.
                                  
III

El sonido del silencio me atormenta
casi parezco oír tu voz en medio de él
pero no son más  que ilusiones,  
una burla sutil  de mi mente
añorando  tu presencia
y  ser libre al fin de esta soledad
no querida ni buscada
que me consume centímetro a centímetro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario