He sido como río que alegra tus cartillas hasta llorar de frenesí, como
niño que salta por los valles buscando el horizonte perdido entre los surcos de
la vida, escudriñando la esencia
prohibida de los reflejos del pasado que
se aproximan por ventana de mi rostro.
Agobiado, lleno de
temores, con la mirada entristecida. Me sumergiré entre las mentes que se
arrastran por los estampillas y
descubriré así el secreto que se me ha negado por la belleza que se impregnan en tus manos.
Huiré de los aromas que abruman los parpadeos nocturnos, de las
tintas mal habidas que manchan cada página enmohecida por las lluvias torcidas que se arrasaron con los castillos de arenas sostenidos con
promesas sin cumplimientos y con frágiles
quimeras.
.
.
Mi iré lejos de ti,
de tu amor enfermizo, de la brisa que empaña mis ojos y de los burdas memorias que
quebrantan mis huesos, fastidia mis noches y oscurece mis días.
He decidido correr
del peligro que me asedia, que sobrecarga mi espalda de angustia, llena de
moratones mis piernas. He decidido irme lejos de los vientos huracanados que
estremecen mi credo, de las situaciones absurdas que me visten de confusión, y
de los juegos de niños donde suelo ser siempre el perdedor.
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